La presencia y alto impacto del Coronavirus en los cinco continentes ha causado que la economía mundial se vea gravemente afectada. Esto lo corroboran las últimas previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que fueron publicadas el mes de marzo. En ellas se plantea que el Producto Interno Bruto (PIB) global puede disminuir 0.5% respecto a su anterior proyección. La incertidumbre en los mercados y la contracción de demanda del petróleo y otras materias primas derivadas de este entorno también han afectado el valor de las principales monedas latinoamericanas, en particular al real brasileño y al peso mexicano, respecto a divisas como el dólar estadounidense.
Dado que las personas buscan resguardarse de los efectos negativos del Coronavirus, muchos de los capitales en estos países comenzaron a migrar hacia destinos más seguros, disminuyendo la demanda de moneda local en favor de aquellas que consideran más seguras y estables (monedas de reservas). Otro factor que ha influido en esta depreciación es que el comercio latinoamericano consiste, en su mayoría, en exportación de hidrocarburos y materias primas, afectados por la merma en sus precios producto de la menor demanda. Así, el flujo de divisas que han tenido estos países difiere del que habían proyectado, haciendo que mantener su equilibrio fiscal se dificulte más, elevando las expectativas de una mayor inflación futura y, con ello, el pesimismo sobre su propia moneda.
A pesar de lo planteado anteriormente, en el gráfico se puede observar que el bolívar parece salvarse de esta situación, ya que su valor (respecto al dólar) ha permanecido relativamente constante en las últimas semanas. Esto podría deberse a que la economía venezolana está en gran medida dolarizada y, por ende, relativamente protegida frente al deterioro en sus términos de intercambio. Otra posible razón es que, si bien la economía nacional depende en gran medida de los ingresos petroleros, la oferta de divisas no proviene en gran medida del Estado (como sí lo era en el pasado), por lo que las consecuencias petroleras del Coronavirus prácticamente no han impactado en la misma. No obstante, de producirse un contexto recesivo global impulsado por el desplome en los marcadores de crudo, la capacidad del sector privado local de seguir importando y mejorar la dotación de bienes y servicios en Venezuela puede verse comprometida y, con ello, su capacidad para sostener el flujo de divisas que actualmente circula en nuestra economía.
|