La teoría de la paridad del poder adquisitivo, o PPA, permite establecer una relación entre los costos de producción de un bien local respecto al mismo en el exterior, tomando en cuenta el tipo de cambio que los relaciona y los respectivos niveles de precios. Según esta teoría, la capacidad de compra de los países a compararse debería converger en el largo plazo a un mismo valor, por lo que al podría emplearse la misma cantidad de dinero para comprar los mismos bienes en dos países diferentes.
En su versión relativa, este concepto establece que la variación de la tasa de depreciación del de la moneda local con la foránea debe ser, en el largo plazo, igual a la diferencia de las inflaciones de ambos países. Asimismo, los cambios de precios en el corto plazo serían explicados por desvíos del tipo de cambio respecto a la paridad.
En ese sentido, la relación de tipo de cambio y diferencia de precios revela como, en términos reales, la producción de un bien local se encarece o abarata respecto a la producción de ese bien en el mercado foráneo. Por ejemplo, si se encontrara debajo de la paridad (línea de 45 grados), producir localmente un bien sería relativamente costoso, por lo que valdría la pena importar; en caso contrario, si la relación se encontrara por encima de la línea de paridad, producir el bien sería relativamente barato, generando incentivos para exportar.
En noviembre, Venezuela cumplió 36 meses en hiperinflación desde noviembre de 2017, lo que nos hace un interesante caso de estudio para comprobar relaciones teóricas. Asumiendo que la PPA se ha mantenido con pocos cambios desde la entrada en hiperinflación, se observó cómo los desvíos fueron menos frecuentes respecto al inicio del proceso. Esto se debe a que el proceso hiperinflacionario ha limitado la adquisición de divisas y ha impedido un ajuste completo del tipo de cambio e incidido, además, en el valor mismo de la paridad. Es decir, que la paridad no se cumpliría bajo las mismas condiciones de antes.
A detalle, antes de noviembre de 2017, se podía observar que la tasa de depreciación del bolívar solía ser mayor a la inflación, por lo que el costo de la vida en dólares solía ser menor que los costos de vida en otros países latinoamericanos. Luego de que comienza la hiperinflación a finales de ese año, esta relación cambia y la inflación pasa a ser recurrentemente mayor que las variaciones del tipo de cambio, por lo que los precios de los bienes expresados en dólares han subido desde entonces y el costo de la vida se ha encarecido en dólares. Además, no sólo la relación cambió, sino que la magnitud en la que subían los precios y variaba el tipo de cambio, aumentó exponencialmente.
A pesar de los ajustes oficiales recientes orientados a ralentizar la hiperinflación local, todavía no se ha logrado una convergencia hacia paridad del poder adquisitivo, y luego de la marcada apreciación real resultado de dicha hiperinflación, es de esperarse que ocurra una depreciación real en el mediano plazo que haga converger a la paridad. Mientras eso no ocurra, los venezolanos seguiremos enfrentando un mayor costo en dólares.
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