El coronavirus continúa esparciéndose por el mundo, y como medida preventiva, distintos Gobiernos han impuesto estado de cuarentena sobre sus ciudadanos e industrias. Este ha sido el caso de China, Italia, España y, como anunció Maduro el 15 de marzo, Venezuela.
El estado de cuarentena genera que muchas empresas incentiven a sus empleados a trabajar desde sus hogares, poniendo a prueba la operativa de los servicios venezolanos. Según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), el porcentaje de venezolanos con acceso a internet en el hogar pasó de 56,8% en diciembre de 2018 a 46,6% en junio de 2019. Una caída de 10,2 puntos porcentuales (pp) en un periodo de solo 6 meses. Igual de preocupante es el porcentaje de venezolanos con acceso a electricidad, necesaria para poder acceder al internet. De acuerdo con el observatorio, 75,0% de los venezolanos tenían acceso a electricidad para junio de 2019, a diferencia de 79,5% de los venezolanos encuestados 6 meses antes.
Dichas cifras exhiben el frágil estado de los servicios públicos (y privados) en Venezuela, que en poco tiempo han disminuido su capacidad de suplir la demanda de los venezolanos, disminuyendo de igual manera su calidad. Respecto a esto, el OSVP señaló que 62,1% de los encuestados calificaron negativamente el servicio de electricidad y 53,8% la calidad del internet. Bajo el esparcimiento del coronavirus, las sanciones y la reducción del gasto público, solo podemos esperar que la calidad y capacidad de estos servicios se mantenga o, probablemente, empeoren.
No todas las empresas tienen la flexibilidad necesaria para migrar por completo al trabajo remoto, y aquellas que puedan dependen de un frágil sistema de servicios que ha fallado en situaciones menos precarias. El coronavirus presenta un reto tanto para el sector privado como al público, donde si cualquiera de estos servicios falla, la economía venezolana podría sufrir un mayor costo derivado no solo de la propagación del virus, sino de las políticas que eviten una mayor propagación. En otras palabras, en materia de servicios, lamentablemente no estamos preparados.
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