Como es costumbre, a partir del 1 de mayo entrará en vigor un nuevo salario mínimo integral, fijado en VES 800.000, lo que representa un incremento de 77,8% respecto al nivel anterior (VES 450.000). Aun cuando representa casi el doble del salario previo, su poder de compra sigue siendo prácticamente insignificante. Al ser comparado con el costo de la canasta alimentaria a marzo, según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA), se requerirían cerca de 24 veces su valor para satisfacer las necesidades nutricionales mínimas de una familia venezolana típica. A pesar de ello, los anuncios en este tema todavía parecen generar efectos en el entorno macroeconómico, aunque no precisamente los deseados.
Si bien, el salario mínimo ha dejado de ser representativo para las empresas locales (e incluso para parte del sector público), sus ajustes parecen elevar la incertidumbre del sector privado sobre la posibilidad de nuevos y mayores incrementos del mismo. Así, la respuesta de los oferentes de bienes locales parece ser un incremento en los precios frente a estos anuncios, buscando anticiparse a los potenciales nuevos ajustes. De esta manera, los decretos de nuevos salarios mínimos tienen un impacto en la aceleración de la inflación. No obstante, dicho impacto puede ser transitorio, cuando la aceleración de la inflación ocurre el mismo mes que se ajusta el salario, pero luego se desacelera, o “menos transitorio”, cuando en los meses posteriores al ajuste la inflación se sigue acelerando, una dinámica usual sobre todo en un entorno de hiperinflación.
En tal sentido el efecto del aumento salarial anunciado puede, en vez de resultar beneficioso, representar mayores dificultades para la población de causar una nueva aceleración de los precios de un rubro tan prioritario como, por ejemplo, los alimentos. Con el contexto actual marcado por las presiones inflacionarias provocadas por el auge de la pandemia del COVID-19 y las limitaciones por escasez de gasolina, y a puertas de un nuevo esquema de precios controlados, las decisiones oficiales en material salarial parece que solo traerán a los venezolanos algo muy conocido entre estadísticos para referirse a algo poco útil y que solo genera más incertidumbre: ruido.
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