El ocho de enero el Gobierno volvió a aumentar el encaje legal marginal a 60%. Dicho requerimiento se refiere básicamente al porcentaje de captaciones totales que deben ser mantenidas en el Banco Central de Venezuela (BCV). Esta medida sumada a las devaluaciones del tipo de cambio DICOM y aumentos salariales, así como el ajuste de los encajes ordinarios y marginales han sido las estrategias asumidas por el ejecutivo para “enfrentar” la actual crisis económica.
Para entender los efectos que tienen estos aumentos sobre la economía, hay que analizar sus impactos sobre la banca y las tasas overnight. Estas tasas se negocian en las operaciones interbancarias, a las que usualmente acuden las entidades financieras por préstamos que solventen temporalmente su déficit de liquidez. Así, mayores tasas se asocian con entornos de fuertes fallas en la disponibilidad de los bancos. En este contexto, un aumento del encaje legal restringe la liquidez de los bancos, ocasionando su entrada al mercado interbancario con tasas cada vez más altas.
La semana siguiente a los tres anuncios de aumento del encaje, las tasas overnight aumentaron en promedio 9,54 puntos porcentuales, una variación promedio de 470,4%. Esto indica que los bancos se anticiparon a la futura falta de disponibilidad y demandaron fondos a mayores tasas, incremento que empeoró una vez que entró en vigencia cada encaje.
Sea cual sea la intención, la subida del encaje no solo ha lucido ineficaz, sino que además parece generar distorsiones adicionales sobre un sistema bancario y una actividad crediticia fuertemente limitada por la hiperinflación.
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