El año 2015 terminó para Venezuela con el peor desempeño macroeconómico de la región y el peor en su historia económica reciente. Como consecuencia del detrimento de la situación económica se produjo un cambio esencial en el marco político venezolano: la oposición venezolana vence con amplia mayoría al oficialismo en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre al obtener 112 de los 168 diputados.

Dado el panorama con que finalizamos el año pasado, el 2016 se perfila como un año donde continuará la crisis económica, marcada principalmente por la permanencia de los precios bajos del crudo y las distintas distorsiones que protagonizaron el 2015. Pero con un elevado nivel de incertidumbre en lo político y social. Independientemente de la victoria de la oposición, la crisis va a recrudecerse este año, al menos en el primer semestre, ya que no se han recuperado sustancialmente los precios petroleros y no se han resuelto los múltiples desequilibrios de la economía venezolana, por el contrario, se han profundizado.

Un triunfo opositor no significa una garantía de mejoras efectivas, debido a que este no significa un cambio de la situación económica, sino que ha dado pie a una confrontación de poderes donde, según la respuesta del Gobierno, se profundizará el esquema radical con que se ha manejado la economía. Tal como lo da a entender el nombramiento del nuevo gabinete económico encabezado por Luis Salas, miembro del ala más radical del chavismo, y quien propone acentuar un modelo económico que muestra sus costuras

Por lo tanto, 2016 será un reto en todos los ámbitos económicos, sociales y políticos del país. Desde la necesidad urgente de que este año se reformen las políticas económicas actuales, hasta un urgente plan de resistencia en el sector privado que le permita sobrellevar un empeoramiento de la crisis. Política y económicamente, no queda más que ser prudentes, pacientes y actuar con tenacidad para lograr una senda de crecimiento más allá de 2016.

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