El año 2015 ha entrado en su recta final y el desempeño de la economía venezolana no resulta nada halagador. La caída de más de 46,0% en el precio petrolero en base interanual ha desnudado las vulnerabilidades del modelo económico del chavismo y es opinión repetida que el Ejecutivo no ha hecho nada para enfrentarla.

Sin embargo, el Gobierno ha formulado un ajuste, con limitaciones, pero ajuste al fin, para enfrentar la caída del precio petrolero. Ahora, la calidad del ajuste, su impacto en la sostenibilidad del modelo y la viabilidad a futuro es otro tema.

En primer lugar, a nivel del negocio petrolero el Ejecutivo ha introducido algunos cambios en la gestión del negocio petrolero, aunque con alcance limitado: cambios que van desde la forma de interactuar con los socios hasta un reacomodo de los barriles que generan caja (divisas).

En segundo lugar y sin un esquema de grandes cambios en el lado externo, el Ejecutivo se enfrentaba a un déficit en divisas de más de US$40.000 millones, cifra que es inviable de levantar por medio de financiamiento externo en las condiciones actuales. Sin embargo, además de incrementar los barriles generadores de caja, se optó por reducir con fuerza las importaciones

En tercer lugar, en los últimos meses, el Gobierno parece afinar una estrategia de contención de la liquidez como mecanismo para detener la inflación frenando el crédito y el consumo.

Es claro que el chavismo necesita reinventarse o será desplazado, ese es el dilema que tenemos por delante. Lo que sucede en términos electorales y de opinión pública no es coyuntural, es un quiebre estructural cuya solución pasa por un cambio de modelo. El tiempo apremia.