
Los tipos de cambio tienden a ser sensibles a eventos de naturaleza geopolítica. En el caso de Rusia, durante la última década, los principales detonantes de volatilidad cambiaria han estado ligados a tensiones diplomáticas y militares con Ucrania. Ejemplificado en la incursión y anexión de Crimea en marzo de 2014, y, más recientemente, con una invasión a mayor escala al territorio ucraniano a finales de febrero de 2022.
En 2014, el tipo de cambio pasó de RUB 36,1/USD a RUB 68,9/USD, un aumento de 91,0%, en menos de doce meses. En comparación, entre el cierre de enero y el 2 de marzo de 2022 el tipo de cambio pasó de RUB 77,4/USD a RUB 106,0/USD; un aumento de 37,0%.
El tipo de cambio refleja la confianza de los agentes económicos sobre una moneda, y, por extensión, sobre la economía que lo soporta. La reciente pérdida de confianza en el rublo no solo responde a la inestabilidad económica inherente a una guerra (choque comercial, reajuste de gasto gubernamental, interrupción de cadenas productivas, entre otros), sino también a las represalias económicas impuestas por Occidente, principalmente Estados Unidos, que aíslan a la economía rusa del sistema internacional.
Todavía es muy pronto para decir cuándo, y en qué nivel, se ubicaría el alza del rublo, pero la evidencia histórica desde 2014 implica que difícilmente pueda recuperarse a su estado pre-conflicto; con consecuencias no-triviales sobre la economía real rusa.